Administrar un proyecto de construcción implica coordinar a diversos profesionales —arquitectos, ingenieros, contratistas, propietarios— para garantizar que la obra se ejecute a tiempo, dentro del presupuesto y con la calidad esperada.
Dado que en este tipo de proyectos están en juego muchos recursos —materiales, mano de obra, dinero, tiempo— resulta esencial estructurar el proceso en fases claramente definidas, con responsabilidades, controles y seguimiento en cada una.
A continuación —y con un enfoque práctico— describimos las principales fases que componen el ciclo de vida de un proyecto de construcción, y qué debe cuidarse en cada etapa para lograr una administración eficiente.
Diseño del proyecto
La primera fase de cualquier obra es conceptualizarla. Aquí se define la idea, los objetivos y se evalúa su viabilidad.
Propuesta de negocio: el propietario —o promotor— plantea el uso previsto para la obra (oficinas, vivienda, desarrollo mixto, etc.) y esboza los beneficios y riesgos del proyecto. Este documento debe justificar por qué conviene llevar a cabo la construcción.
- Estudio de viabilidad: se evalúan factores clave como uso del suelo, costos estimados, presupuesto, regulaciones, posibles limitaciones. El objetivo: confirmar si el proyecto es viable, necesita ajustes o debe descartarse.
- Definición de alcance: arquitectos, ingenieros y el propietario colaboran para determinar el tamaño, características y requerimientos técnicos de la obra. Aquí se desarrollan los planos y se detallan las especificaciones necesarias para la construcción.
Al concluir esta fase, debe existir claridad sobre qué se va a construir, cómo, para qué y bajo qué condiciones. Esta base será fundamental para todas las decisiones posteriores.
Compras y contrataciones
Con los planos y el alcance definidos, es momento de seleccionar al equipo que concretará la obra: contratistas, subcontratistas, proveedores, etc.
- Método de entrega: se elige la modalidad contractual que mejor convenga —por ejemplo diseño-construcción, entrega integrada, etc.— según las características del proyecto, el presupuesto, los plazos y la estrategia.
- Selección de participantes: se invita a contratistas y directores de obra a presentar ofertas. A veces habrá empresas con historial previo, otras serán nuevas; el objetivo es lograr la mejor relación calidad-precio.
- Adjudicación de contratos: la decisión final considera precio, experiencia, capacidad técnica, reputación y cumplimiento de normativas. Esta elección definirá en gran medida el éxito del proyecto.
Esta fase es crítica para asegurar que la ejecución se base en capacidades reales, costos razonables y un equipo confiable.
Preconstrucción
Ya con contrato firmado, esta etapa se encarga de preparar todo lo necesario para iniciar físicamente la obra. Se afinan detalles logísticos, administrativos y técnicos.
Entre las actividades clave están:
- Obtención de permisos y cumplimiento de normativas locales. Todo proyecto de construcción requiere autorizaciones antes de comenzar.
- Levantamiento del sitio: revisión del terreno, condiciones existentes, posibles imprevistos. Muchas veces se detectan elementos no previstos —lo que puede implicar ajustes—.
- Plan de riesgos y seguridad: identificar riesgos potenciales (técnicos, de seguridad, financieros) y definir medidas de mitigación o control. En particular, la seguridad debe considerarse como prioridad.
- Desglose del trabajo (WBS – Work Breakdown Structure): dividir el proyecto en actividades y tareas específicas (ej.: excavación, cimentación, estructura, acabados). Esto facilita la asignación de recursos, la planificación, el seguimiento y la ejecución.
- Programación del proyecto: a partir del WBS, elaborar un cronograma realista con hitos, fechas límite, asignación de recursos y responsables. Esto permite visualizar de forma integral el flujo de trabajo desde el inicio hasta la entrega.
- Plan de comunicaciones: definir cómo se va a comunicar la información entre todas las partes —propietario, contratistas, subcontratistas, supervisores— incluyendo protocolos, reportes, responsabilidades y flujos informativos.
La fase de preconstrucción sienta la base para una ejecución ordenada, reduciendo incertidumbres y anticipando posibles obstáculos.
Ejecución del proyecto
Es en esta etapa donde el proyecto cobra forma: los planos y planes se convierten en obra tangible.
Las tareas principales incluyen:
- Reuniones de arranque: todo el equipo involucrado (contratistas, subcontratistas, supervisores) revisan los planes, cronogramas, responsabilidades y procedimientos. Aseguran que todos comprendan sus funciones.
- Adquisición de recursos: materiales, maquinaria, mano de obra especializada, equipos. Además, la definición de cuadrillas y asignación de funciones.
- Inicio de actividades en obra: movilización de personal, instalación, trabajo físico —desde la cimentación hasta acabados—; lo planeado se materializa.
Es la fase con mayor consumo de recursos y la que puede generar el mayor impacto —positivo o negativo— en tiempos, costos y calidad.
Control del proyecto
Una construcción no puede avanzar sin un seguimiento constante. Esta fase —que puede desarrollarse en paralelo con la ejecución— es clave para garantizar que el proyecto se mantenga alineado con sus objetivos.
Las actividades primordiales son:
- Seguimiento del progreso: verificar que las tareas se completen según lo planificado; detectar retrasos o desviaciones a tiempo.
- Control temporal: comparar avances reales con el cronograma, analizar si se cumplen los plazos y tomar medidas correctivas si hay retrasos.
- Control de calidad: revisar que cada actividad cumpla las especificaciones técnicas, los estándares de obra y normativas. Esto evita retrabajos, errores y sobrecostos.
- Ajuste del programa: con base en los avances reales, replantear horarios, reasignar tareas o recursos si es necesario para mantener el rumbo.
- Control presupuestal: monitorear los gastos reales frente a lo presupuestado, identificar desviaciones y actuar para evitar sobrecostos.
Un buen sistema de control permite reaccionar ágilmente a imprevistos, mantener la transparencia financiera y asegurar la calidad y entrega del proyecto.
Conclusión: la clave es un enfoque integral
La administración de proyectos de construcción no es simplemente hacer planos y ejecutar obra. Requiere una visión integral que combine planificación rigurosa, selección adecuada de participantes, una logística precisa, comunicación eficiente, control permanente de tiempos, costos y calidad, así como flexibilidad para adaptarse a cambios.
Cuando cada fase del proyecto —diseño, compras/contrataciones, preconstrucción, ejecución y control— se gestiona de manera ordenada y profesional, aumentan considerablemente las probabilidades de terminar la obra dentro de los tiempos estimados, con costos controlados y el nivel de calidad deseado.
Ese es el valor de una administración de proyectos bien estructurada: minimizar riesgos, optimizar recursos, y entregar resultados concretos. Para lograrlo, muchas empresas recurren a herramientas especializadas que permiten integrar la información del proyecto en una plataforma —facilitando el control, la comunicación y la toma de decisiones.
Si estás involucrado en un proyecto de construcción —como propietario, gerente o contratista— considera abordar cada fase con disciplina, claridad y control. Esa es la mejor manera de asegurar que la obra cumpla sus objetivos, en tiempo y forma.


Cómo administrar con éxito las fases de un proyecto de construcción